Ayer día miércoles 4 de marzo, a las 12'00 horas, se celebró en el salón de actos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UNED la entrega de los
premios Elisa Pérez Vera, en su XVII edición.
En el transcurso del acto, tuvimos el grandísimo placer de atender a la conferencia
2015: un año dedicado a la luz para salir de las sombras, que fue impartida por nuestra Profesora
Carmen Carreras Béjar. Y buena luz que proyectó sobre todos los asistentes, luz que iluminó asuntos muy invisibles, pero no inexistentes.
Parte de esa luz fue a parar a la figura de María Teresa Toral Peñaranda, cuya experiencia queda reflejada en el artículo que reproducimos a continuación. Mujeres como María Teresa y como Carmen son las que nos permiten salir de las sombras.
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Carmen Carreras Béjar |
Carmen Carreras Béjar, Manuel Yuste Llandres y Rolando Pérez Álvarez,
María Teresa Toral Peñaranda: científica, artista, española, mexicana; una mujer ejemplar.
La Unión de Morelos, lunes 16 de junio de 2014, págs. 32-34.
Lo usual es que en estas páginas
hablemos de ciencia. Hoy vamos a hacerlo de manera un poco diferente.
Vamos a acercarnos a la ciencia a través de uno de sus actores
destacados. En esta ocasión, una mujer, española de nacimiento, mexicana
de adopción, que se sobrepuso a los prejuicios que había en su medio
respecto de las mujeres y llegó a realizar destacadísimos aportes a su
ciencia, la Química, pero que también fue excelsa artista y, además de
todo eso, ciudadana comprometida con la época y el lugar que le tocó
vivir.
María Teresa Toral Peñaranda nace en
Madrid en 1911, en el seno de una familia numerosa acomodada. Estudió
Química y Farmacia simultáneamente en la Universidad Central de Madrid,
hoy Universidad Complutense de Madrid (UCM), acabando en 1933 con Premio
Extraordinario. Hay que valorar en toda su extensión el hecho de que
haya estudiado carreras de ciencias. Hoy nos parece normal ver a chicas
en las aulas de las Facultades de Física, Química, Matemáticas, etc.
Cuando nació María Teresa, las mujeres acababan de incorporarse a la
universidad. El 8 de marzo de 1910 se publicó una Real Orden por la que
se permitió a las mujeres matricularse en la universidad sin necesidad
de consultar a la Superioridad. Gracias a esa orden, las mujeres
españolas se incorporaron a la educación universitaria y a los foros
científicos y, en contra de las ideas preestablecidas, su presencia en
las Facultades de Ciencias creció a un ritmo mayor que en el resto,
mostrando así el interés que las ciencias despertaban en las mujeres.
Baste citar que entre 1915 y 1933 la media de mujeres estudiantes
universitarias en todos los campos pasó del 1.8% al 6.4%, mientras que
en Ciencias este indicador pasó del 1.5% al 10.9% (ver tablas de las
págs. 86-96 de la Ref. [1]).
Fue ayudante de Enrique Moles, químico
de prestigio, con quien trabajó en la Sección de Química-física del
Instituto Nacional de Física y Química (embrión del hoy Consejo Superior
de Investigaciones Científicas (CSIC) de España), construido con
financiación de la Fundación Rockefeller. En ese momento en el Instituto
trabajaban 36 mujeres, el 20% del personal científico, cifra muy digna
si consideramos que el número de mujeres con estudios universitarios era
muy pequeño. Juntos realizaron una intensa labor de investigación sobre
la determinación de los pesos atómicos de los elementos químicos y
sobre las características físicas del nitrobenceno. Eran trabajos de
avanzada en la Química de aquella época. Hay que hacer notar que 30 años
antes del momento del que hablamos, en el mundo científico se dudaba de
la existencia de los átomos y las moléculas, y he aquí que el equipo
español, conocido como la “Escuela de Madrid”, ya estaba en el centro de
dicha corriente de pensamiento y era reconocido como “escuela
internacional para la determinación fisicoquímica de pesos moleculares y
atómicos” [3].
María Teresa era la investigadora del
equipo del Profesor Moles que más publicaba en revistas de impacto. Al
leer su biografía [1, 2] impresiona el hecho de que ella misma construía
sus sofisticados equipos de vidrio [3] con soldaduras especiales para
que de allí no se saliese ni la más mínima cantidad de los gases o
líquidos con que trabajaba, lo que permitió proporcionar valores de los
pesos atómicos con una precisión muy elevada, exigida por el desarrollo
de la Física y la Química a nivel atómico.
La política de pensiones de la Junta de
Ampliación de Estudios permitió a muchas científicas completar su
formación en el extranjero. Es de resaltar que María Teresa obtuvo una
de esas becas para trabajar durante nueve meses en el estudio de los
isótopos atómicos en Inglaterra, beca que no pudo disfrutar por el
estallido de la Guerra Civil Española.
María Teresa y otros investigadores del
Instituto [1, 2] apoyaron la República y fueron acusados de haber
fabricado material de guerra que habían utilizado las tropas
republicanas. Todos fueron condenados. Sufrió torturas, años de cárcel,
incomprensión familiar, etc. Su segundo proceso, en el que le pedían
pena de muerte, tuvo gran resonancia y el Comité Internacional de
Mujeres Antifascistas solicitó personarse en el juicio. A la vista oral
asistió nada más y nada menos que Irene Joliot-Curie, Premio Nobel de
Química e hija de Pierre y Marie Curie, los científicos descubridores de
la radioactividad. Esto demuestra el reconocimiento científico que
había logrado María Teresa.
Cuando salió de la cárcel, se exilió en
México donde trabajó en la Universidad Nacional Autónoma de México, en
el Instituto Politécnico Nacional y en varias otras instituciones
públicas y privadas, aportando su enorme conocimiento de la Química, la
Física y otras ciencias afines. En México continuó con sus
investigaciones que dieron origen a varias publicaciones. Tuvo asimismo
una labor docente extraordinaria. Dominaba varios idiomas lo que le
permitió, tanto en España como en México, hacer traducciones de muchos
textos científicos. María Teresa perteneció a esa comunidad española,
acogida de manera extraordinariamente cálida en México, que se integró
decididamente a la construcción de un México próspero y culturalmente
más elevado, sin perder de vista a ese pueblo español que dejaban detrás
inmerso en una tragedia de tamaño descomunal.
Dedicó los últimos años de su vida al
grabado, convirtiéndose en una de las grabadoras más grandes de su
tiempo, conocida en todo el mundo, menos en España. Hizo numerosas
exposiciones colectivas e individuales en México (Distrito Federal,
Monterrey, Guanajuato,…), Estados Unidos, Chile, Francia, etc. En su
país de origen se hizo una exposición de su obra con muy poca
divulgación en 1974. Para nuestros lectores puede ser interesante
conocer que hay obras de María Teresa expuestas permanentemente en el
Museo Nacional de Arte Moderno en el Distrito Federal y en el Museo de
Arte Contemporáneo de Morelia, Michoacán. Diversos museos de Estados
Unidos y Europa también poseen obras de María Teresa en sus fondos. En
el grabado usó todo su acervo científico para concebir el tratamiento
químico y físico de diversas superficies. En lo artístico hay que
mencionar que en sus obras está volcada toda una vida de experiencias
vitales límite, como fue la Guerra Civil Española, con especial
sensibilidad hacia lo que significó en las niñas y niños esa traumática
experiencia.
El caso de María Teresa Toral Peñaranda
es un ejemplo más de que la ciencia y el arte no están distanciadas ni
reñidas sino que constituyen dos aproximaciones o visiones diferentes de
la realidad con un sinnúmero de puntos en común: rigor, belleza,
sensibilidad, seriedad, intuición, y un largo etcétera.
María Teresa murió pocos meses después de su regreso a España a los 83 años de edad.
María Teresa, como muchas otras
mujeres, contribuyó al desarrollo de la Ciencia; ella en particular en
España y en México. Es un claro ejemplo de la invisibilidad con que la
Historia ha tratado a las mujeres de ciencia. Fue una mujer que supo
vivir su tiempo pero con sentido de futuro. Su ejemplo nos anima a
buscar y combatir, donde los hubiese, esos rezagos de machismo y
evaluación injusta de lo que las mujeres han aportado y pueden aportar a
la humanidad.
Para terminar este pequeño homenaje y
reconocimiento a la científica y artista, española y mexicana, nada
mejor que las frases que le dedicara nuestra Elena Poniatowska [4]:
“Bajo el pelo, que es como un
hálito de magia y de poesía, está el rostro humano; el del paso lento de
tantos días de cárcel; el rostro bueno y sabio de la que sabe dar agua y
pan y curar heridas; el rostro sabio de la maestra que como alquimista
enseñó físico-química; conoce las texturas y las sutilezas, las
claridades, el vuelo y la magia; el rostro amoroso, misterioso,
escondido del que ha sabido sufrir; el espíritu de María Teresa Toral,
que salió incólume de una prueba en que otros hubieran naufragado: la
del dolor.”
Bibliografía
[1] Carmen Magallón Portolés: Pioneras españolas en las Ciencias. Las mujeres del Instituto Nacional de Física y Química. Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, 1ª ed. (1998), 2ª ed. (2005). ISBN: 84-00-07773-3.
[2] Antonina Rodrigo: Una mujer silenciada. María Teresa Toral. Ciencia, compromiso y exilio. Editorial Planeta, Barcelona (2012). ISBN: 978-84-344-0073-3.
[3] María Teresa Toral: El método de las densidades límites de los gases para la determinación de pesos moleculares y atómicos. CIENCIA, Vol. XXIV (1-2), págs. 111-120 México (1965).
[4] M. Carmen Toro Muñiz e Isabel M. Toro Muñiz: Maria Teresa Toral Peñaranda (Madrid, 1911-1994). Pasaje a la Ciencia, Vol. 14, págs. 121-125 (junio, 2011). ISSN: 1699-6305.